Era el año 2000 y como muchos estudiantes en vacaciones, mi mejor amigo Julio y yo no teníamos dinero.
Así como muchas historias de sillicon valley, de repente nos encontrábamos en el garaje de la casa de don Jairo, tío de Julio que vivía a dos calles de mi casa. Don Jairo representa a un ingeniero excéntrico con apariencia de científico que disfrutaba sentarse a compartir ideas con nosotros.
- Lavar carros
- Vender cosas usadas
- Pasear perros (esta me la acabo de inventar pero pudo ser una opción)
- Dar clases
Para poner en marcha nuestro negocio necesitábamos conseguir clientes, pero antes debíamos tener un nombre. Tras un proceso súper creativo, llegamos al nombre Compusade, luego les cuento de dónde salió.
Olvidaba contarles que Julio estudiaba ingeniería electrónica y yo ingeniería de sistemas, no sobra aclarar que en ninguna de las dos carreras te enseñan a arreglar computadores así que debíamos buscar una manera de aprender.
Ya teníamos una idea de negocio y un nombre, pero ni idea de cómo reparar un computador...
En la próxima entrada: Nuestro primer cliente